martes, 28 de junio de 2016

Del ruido

Ayer a las 2.00 p.m. cogía el coche para ir a comer. Me ponía en autovía e iba yo meditando profundamente en tonterías varías, aquellas que me hacen el viaje en coche más ameno. De repente me fije en que algunos coches de muy alta gama iban a 100 y otros a 160. Lo mismo pasaba con los de más baja gama, más viejos o incluso los que se caen a cachos. Los hay de 80 y de 200. Cuando un coche se te pone delante a 80 y una fila de coches viene detrás a 200 adelantándote no sabes muy bien a quien agarrarías del cuello, si a los de 80 que te obligan a ir a esa velocidad o a los de 200 que ponen en serio peligro tu tránsito por las vías de comunicación de la red de carreteras estatales. Pero el caso es coger del cuello a alguien, que para eso somos españoles (que se lo digan a los de la selección).

Hace unos años, muchos (que cerca me empieza a pillar la vejez), me contaron una historia que me marco bastante. La historia empezaba con los típicos vecinos ruidosos, que movían muebles, taconeaban, gritaban y todas las cosas habidas y por haber que puedan molestar a alguien que quiere dormir a la una de la madrugada. Estábamos en una especie de grupo y nos preguntaron qué haríamos en un caso así. Todos dimos soluciones bastante drásticas, desde dar golpes nosotros con una escoba hasta llamar a la policía... La segunda parte de la historia nos enseñaba que en el piso de arriba se estaba muriendo el hijo pequeño.

Es típico cuando estas en una gran ciudad (bah, y no tan grandes) liarte a despotricar contra el que ha hecho algo con el coche que te ha perjudicado. La mayoría de las veces nos sentará mal que el de delante vaya a 80 y el de detrás a 200. El 90% de las veces será porque les dé la gana, porque en este país de empatía no vamos sobrados. Pero habrá más de una situación y de dos en las que el de 80 vaya con el coche averiado y el de 200 corra porque su mujer esta de parto.

No me voy a poner a desgranar los resultados de las elecciones, pues, salvo sorpresa, creo que la situación no va a cambiar mucho. Uno, que es pesimista por naturaleza. Y creo que no va a cambiar porque vivimos en el país más cainita que existe en este planeta. Caín vivió en Vallecas, seguro.

Me sorprende que la resaca electoral lo único que ha traído es una sería de gente tildando a la otra mitad de los votantes de tontos, ignorantes, carcas, fachas. Los más cariñosos le deseaban la muerte a la tercera edad de este país para que dejen de votar al PP. Creo que ninguno de los que dicen estas cosas se ha parado a pensar que cada voto vale igual, y que, por suerte o desgracia, cada uno puede votar lo que le de la gana. Y cuando digo que vale igual el voto, me refiero a que vale igual la opinión. Y que si votan a unos o a otros sus razones tendrán. El día que el voto de los listos valga más, pues ganarán los sensatos, mientras tanto, ganará el que el pueblo quiera. Los tontos, por lo que deduzco.

Y es que no nos hemos parado nunca a pensar que el que vota al PP puede que haya salido beneficiado, por un trabajo a un hijo suyo, o por tal o cual subvención, o porque se le ha quitado tal o cual impuesto. Como el que va a 200 porque su mujer está de parto. Pero es que el que no vota al PP tendrá su razón, porque le ha recortado tal o cual prestación social, o porque le han despedido con menos indemnización o porque le han quitado la paga doble.  Como el que va a 80 por la autovía. Cada uno vota, y creo que con buen criterio, a quien le ha beneficiado, beneficia o beneficiará (previsiblemente). Y ni yo ni nadie soy quien para criticar, insultar o mucho menos desear la muerte al que no vote al que yo quiero. Y cualquier argumento sensato se desvanece cuando el insulto aparece.

Y aunque no soy fan, me parece buena reflexión la de Évole:


Hace unas semanas le aconsejaba a los del Atleti dejar de quejarse del resultado y ver que se puede hacer para que no vuelva a pasar. Si Podemos, PSOE o C's creen que los que han votado al PP son imbéciles, no ganaran nunca. Si trabajan por ofrecer algo mejor, los veremos gobernar. Mientras no sea así, nos molestará el ruido ajeno.

Mis padres vivían encima de una discoteca, y todas las noches se quejaban, los de la discoteca, porque hacían mucho ruido.


Feliz semana, feliz verano, sos quiero!