martes, 21 de julio de 2015

De este adios

Este adios no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá...


Va llegando la hora de partir, entramos en las últimas 48... Qué difíciles se me hacen siempre los primeros días, que acaban volviéndose días rutinarios con el paso del tiempo. Lo que era una habitación de escasos 3 metros cuadrados, donde había veces que para vestirme me tenía que subir a la cama, acaba siendo con el tiempo mi hogar. Un poco más y mi casera me pone la casa en propiedad vaya...

Algunos me decían al irme: Qué bien! Qué vas a Londres! Verás que ciudad tan maravillosa! Y ya les decía yo que donde realmente iba era a Londres lo que Cuenca a Madrid (por distancia, no por importancia por favor, no se me enfaden los de la ciudad de las casas colgantes...). Aquí en este barrio tienen al parecer una maquina para hacer al viento dar la vuelta y que vuelva a Londres...

A pesar de irme donde Cristo perdió el mechero, cada día tenia que recorrer 5 kilometros para llegar a la University of West London. La línea 297 de bus me dejaba, tras 20 minutos de trayectos según Google Maps u hora y 20 si los recorres en hora punta. Efectivamente, 5 km a 5 km hora hacen que la distancia entre mi casa y la UWL andando sea una hora. Yo también hice esta sofisticada cuenta y cuando veía que mi trayecto era largo me recorría el camino andando, ahorrándome 1.50 libras, o lo que es lo mismo 2.16 € a fecha de hoy... Por un billete de bus si...

Mi primer día laboral no fue especialmente enriquecedor, pues después de la dura jornada de trabajo pensé que salir a correr me ayudaría q ser mejor persona. Cuando llevaba 2 km me caí de boca. Eh aquí las heridas de guerra:


Por suerte o desgracia los únicos que me vieron fueron los cisnes de la Reina, que me enteré que para que la gente no cazara los que realmente eran suyos, la buena mujer declaró que todos los cisnes eran suyos. Creo que nadie se atrevió a decirle nada.


El segundo día no fue mejor. Estando tranquilamente con mi ordenador sin hacerle mal a nadie, la casera me mandó para mi habitación. Me dijo finamente que yo no tenía derecho a estar ahí. Al rato vino a mi habitación diciéndome que lo sentía pero que tenía muchas visitas y no quería que yo estuviera ahí, y que si me hacia falta una mesa para trabajar con el ordenador se lo dijera. Ya le dije, que donde tenía pensado meterla en la habitación, que si tenía que salirme yo casi que prefería no tenerla...

No todo ha sido malo en la casa. Yo he seguido mostrándole mis encantos a esta buena mujer: ayudé a los electricistas cuando nos quedamos sin luz, le monte la desbrozadora y le enseñé a cortar el cesped, me quedo de amo de casa cuando se van de pingoneo. Es que ahora, como anda la cosa un poco fea y llega a fin de mes dejando de comer la última quincena, ha metido a 4 chinos a dormir en su habitación y la de su hija, y yo hago de jefe de la tribu. Vamos que sí, que de bueno soy tonto. A cambio ayer la mujer me deleitó con una sabrosa comida típica inglesa. Conociéndola, dudo que a muchos les haya dado de cenar.


No todo ha sido malo en mi día a día. He mejorado bastante lo que tenía. No me preguntéis por qué pero he estado muy muy centrado, conseguía fácilmente concentrarme y parece que cuando estás así todo sale sin problemas. Muy contento. Aquí os dejo la simulación de como una columna de suelo consolida y reduce la porosidad y por tanto el volumen al ocurrir un terremoto.


En cuanto a la ciudad en sí es una de las capitales del mundo. Nunca tienes la sensación de estar en Inglaterra. Tienes la sensación de estar en una ensalada en la que se ha echado un poquito de cada sitio. La mezcla es increíble y cualquier tribu urbana aquí pasa totalmente desapercibida. No deja de ser una ciudad cara, muy cara. No alcanzo a visualizar cual debe ser el sueldo de quien en esta ciudad no solo sobreviva sino que además viva. Y a tenor de lo que veo alrededor, la gente vive con muchísimo lujo. La mezcla de la que hablo además  se palpa en el tejido urbano, lo antiguo con lo nuevo, muchas tiendas de cualquier cultura o etnia, edificios de culto de las distintas religiones... Una locura y una pasada a la vez.



Mucha gente te dice: "Ay Londres, ¡Qué bonita!". Sinceramente, es de los últimos adjetivos que yo usaría para definir esta ciudad. Es una ciudad dinámica, siempre en cambio, siempre con algo que hacer; es una ciudad de ciudades, mezcla de edificios, barrios, culturas. Tiene barrios o simplemente edificios que te recuerdan a los downtowns americanos, que se mezclan con edificios históricos tradicionales de las grandes capitales europeas. Para mi gusto estos últimos se desdibujan con megatorres cercanas. No me acaba de gustar que se pierdan estos edificios. Eso a mi no me parece bonito, impactante, pero no bonito.



Pero lo que más lo que más lo que más me ha llamado la atención de esta ciudad, pidiendo perdón por lo que voy a decir, es la suciedad de esta ciudad. No es que vaya paseando por el canal, que es precioso, y me encuentre latas de cerveza tiradas en cada rincón, es que los propios niños, bebiendo un Red Bull a las 8 de la mañana en el bus (OMG), cuando se lo acaban lo tiran al suelo. 

Hago un inciso para explicar lo de la cerveza. Me lo explicó un amigo que lleva aquí viviendo 15 años. Beberse una cerveza aquí no se considera un momento social como puede ser el: "vamos a tomar algo y hablamos, quedamos en el bar" que estamos hartos de oír en España. Aquí se bebe para emborracharse, y obviamente, está mal visto. Por eso el que se quiere beber tranquilamente una cerveza se va a esconder donde no le vea nadie. Yo cada día cuando salgo a correr me encuentro en un tramo de 3 km hasta 10 y 15 personas escondidas a la espalda de unos setos para beberse una cerveza a gusto.

Volviendo a las conductas sociales que aquí se respiran, lo siento, no entiendo que alguien en un autobús se acabe una lata de refresco y lo tire al suelo. Y menos entiendo que nadie se extrañe. Pero, ¿cómo nos vamos a extrañar? Se ven niños de 6 años con iPhone 6 y auriculares Beats. A mi me duele el pecho cuando los veo (o el culo, depende donde lleve la cartera). ¿Es la sociedad que queremos para nuestros hijos? Los Londinenses pueden estar forrados, pero flaco favor les hacen a sus hijos si cualquier capricho se lo dan, por barato que les pueda parecer a ellos. 

Os podrá parecer que todo lo reduzco al dinero; no es así. Os cuento un caso. Todos los días solía coger el mismo autobús  En él se montaba una madre, a tenor de su ropa y raza de Europa del este-Oriente próximo, con 4 niños que iban al colegio, ya que con cierta edad tienen que ir acompañados en transporte público. En el mismo bus se montaba una chica, no tan niña, previsiblemente con alguna enfermedad, no tengo ni idea de cual. Se sentaba, si podía en primera fila del bus en la parte de arriba, y se pasaba todo el trayecto oscilando como un péndulo, adelante y atrás. Pues todos y cada uno de los días era objeto de burla de los 4 niños... avivados por la adulta. 

Repito, ¿esto es lo que queremos para nuestros hijos? La mezcla esta genial, pero el todo vale... Percepciones totalmente subjetivas, pero respiro mucho de esto aquí. Mucho llego a una cultura diferente y hago lo que me da la gana. No me gusta. No creo que pudiera vivir mucho tiempo aquí. ¿Venir? Muchas más veces.


... este loco se va con otra loca, estos ojos no lloran más por ti.



Sos quiero, un poco más que ayer.

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