lunes, 7 de septiembre de 2015

De nobles lamentos

Sábado 5 de septiembre, 20.45, Gerard Pique recibe una pitada de los espectadores que llenan el Estadio Carlos Tartiere de Oviedo. Horas más tarde a Vicente Del Bosque, Marqués de Del Bosque, le parece lamentable la actitud, totalmente espontánea, de la afición de la selección Española. Hace unas semanas escribía acerca de la pitada del himno de España en estos mismos términos, pero si se recuerda, el panorama era bastante diferente. 

De pitos y flautas (cómo me gusta hacer publicidad de mi propio blog... :) )

Cuando leo en prensa los lamentos del noble español lo comento inmediatamente con mi querido padre, barcelonista de pro y anti-independentista catalán profeso (a mi me parece, cuanto menos, confuso, pero no juzgo...). Su respuesta es que si él fuera Gerard Pique no jugaría con España. La polémica esta servida. Mi padre argumenta que Piqué lo ha dado todo cuando ha jugado con la selección española. Yo no le llevo la contraria, pero quiero hacerle entender que si esto es así se debe a su propio interés. Además del económico, que estoy de acuerdo con mi padre que no tendría sentido que fuera a la selección por dinero, esta el interés de tener en sus vitrinas una eurocopa y un mundial. Josep Guardiola, entrenador del Bayern Munich y diputado elegible por la candidatura Juntos por el sí, de ideología abiertamente independentista, ganó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 con la selección española, y no dudo ni un momento de su odio a España. Entiendo que si jugaba con la selección del país que odia, no lo hace por amor al escudo sino por el interés de engordar su palmarés.

Declaraciones de Josep Guardiola

Sancho Lyttle (wikipedia) es una excelente jugadora nacida en San Vicente y las Granadinas, que ni siquiera chapurreaba el español pero el 26 de junio de 2010, sin haber pisado territorio español, besaba la bandera y juraba fidelidad a un país que apenas conocía. Acababa de fichar por el Perfumerías Avenida, destacando tanto que la selección española se planteo ofrecerla la nacionalidad española. Desde que se nacionalizó la selección ha cosechado grandes éxitos, convirtiéndose en una de las selecciones top en el mundo. Sancho vino a eso a la selección, a cosechar éxitos, no por su amor a este país, sino porque quería ganar títulos de selecciones, algo impensable con su país de origen. Estoy seguro que si Gerard Piqué pudiera ganar títulos con Cataluña lo haría antes que con España, de hecho juega con esa selección no reconocida por la FIFA cuando puede, pero mientras no juegue competición internacional oficial, el seguirá queriendo jugar con España. Y no se trata de una obligación. Hay una ley que obliga a un deportista a acudir con la selección nacional, aunque extraoficialmente si alguien no quiere venir porque es mucho sacrificio para su edad (Xabi Alonso), lesiones (Diego Costa) o porque no se siente español (Oleguer Presas), es tan sencillo como comunicárselo extraoficialmente al entrenador y no es convocado.

Oigo en la radio que esta mañana el nuevo (pseudo)ministro de educación, Íñigo Méndez de Vigo, pedía en lo desayunos de TVE respeto y cariño para Gerard Piqué. Vayamos por partes. Yo cariño le tengo a mis padres, a mis amigos, a mi familia. Respeto, a alguien que no respeta absolutamente a nada, yo no se lo puedo dar, no me sale el cuerpo. Lo más bonito que he visto hacer a este personaje es escupir a un miembro de la RFEF en la celebración del mundial. Íñigo, respétale tu que a mi me da la risa. 



Independientemente de las, a mi parecer, desafortunadas declaraciones del ministro, ha sido tónica común el que instituciones y prensa (¿casualidad?) critiquen la pitada al jugador. Me sorprende que incluso con más fuerza que la pitada al himno en la final de copa, si es que aquella vez se llegó a criticar. Si aceptamos las reglas de un país democráticos en el que cada voto vale igual, aquí cada uno tiene derecho a pitar lo que le de la gana. Nunca criticaré una pitada espontánea, criticaré que no se atienda a los por qué de una pitada. 

En el caso de una pitada a un himno hay que entender, siempre y cuando esto sea espontáneo (no organizado, como paso hace unos pocos meses), que una parte de la ciudadanía no reconoce ni quiere ni ese himno (representación de un país) ni al Rey. Y esto está ahí, lo puedes callar, pero seguirá estando ahí. Puedes trabajar en silenciar un chirrido en tu coche, pero si sigue rozando una biela acabará rompiéndose. La pitada es un aviso a navegantes a los gobernantes que no quieren que Cataluña se independice. Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír.

La pitada al jugador de la selección, totalmente espontánea, es porque gran parte de los aficionados no quieren a un jugador que no solo no se siente español, sino que se burla de España, el país para el que juega, no tiene respeto ni por instituciones, símbolos o compañeros (especialmente madridistas). El aficionado español pone en una balanza su calidad futbolística, buena aunque en declive en los últimos años y su calidad humana, pobre, muy pobre. Y de nuevo aquí nos quedamos con el continente pero no con el contenido. Nadie hace autocrítica. Piqué no la va a hacer, le han consentido todo en 28 años, lo seguirán haciendo. Del Bosque, en declaraciones en la Cope, celebra que Pique saliera el sábado por la noche de fiesta (Y la gente tiene la vergüenza de llamarle borracho...). Ministro de Educación y presidente del CSD piden respeto. Entiendo que en pro del beneficio de los bares de copas de la ciudad de Oviedo. Los más sentidos abogan porque Piqué, en un arrebato de orgullo (como cuando casi pega a los Mossos de Escuadra) debería dejar la selección. Pero aquí nadie se preocupa de las causas de los pitos de la discordia, pero lamentos, los que quieras...

Y muchos dirán ¿y tú qué propones? Yo, escuchar. Dejar de oír los pitos, todos, y escucharlos. Ya hace años que un compañero de trabajo me dijo que más valía una vez colorado que ciento descolorido. Todavía no he visto a muchos de los que mandan, tanto en gobiernos como en selecciones, cambiar de color de piel. Que la cambien.

Finalizo con una anécdota. Antonio Navas, mi querido padre, aunque barcelonista, no quiere reconocerlo. Dice que el ve los partidos de este equipo porque le gusta su juego. En verdad sufre con las derrotas y saborea las victorias, pero nunca lo reconocerá. Cuando se harta de que yo le pique con este tema me dice que al menos el nunca ha dado un céntimo al Barça, que yo pagué por entrar en ese estadio. Pero es que poder besarte el escudo en ese campo, no tiene precio.


Y gracias a Camela por deleitarnos con su música este sábado en Madridejos. Me despido con ellos, con uno de sus éxitos olvidados, pidiendo perdón a mi padre por darle tanta tralla en este post. Nos leemos. Feliz semana.


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